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    Mindfulness: vivir en el presente

    La vida puede ser complicada, pero ¿no te has preguntado qué tanto influyes en esa complicación cuando ves las cosas desde una perspectiva reactiva y de desconocimiento? El mindfulness te enseña a hacer amistad con tus emociones.Una de las experiencias más desagradables que puedes atravesar es la de pelearte con alguno de tus compañeros de trabajo. Genera incomodidad, tu cabeza no deja de pensar en cómo solucionarlo (o en quién tuvo la culpa), ¡hasta lo platicas con otros esperando encontrar al responsable (y que te digan que no fuiste tú)! Peor si ese enojo y esos sentimientos de frustración te los llevas contigo a casa, donde revives una situación que ya te rebasó, hasta el punto en el que te repites una y otra vez que tuviste un día terrible.

    Cada día recibimos una alta dosis de estímulos (visuales, olfativos, táctiles, viscerales) que nos hace perdernos en nuestra propia mente, lo que a su vez provoca que atendamos todo sin realmente poner atención y afecta nuestra capacidad de concentración.

    El mindfulness, o atención plena, deriva de la meditación, y es “una práctica de autocontrol destinada a regular el cuerpo y la mente para llevarlos hacia un estado de profunda relajación”, tan poderosa que incluso puede provocar estados alterados de consciencia, explica Tiffany Field, psicóloga, directora del Touch Research Institute, en la Universidad de Miami, en Florida.

    Con los debidos cuidados, ¿qué tan importante es incorporar alguna práctica como esta a nuestra vida? Ya en una entrada previa de este blog, Meditar, apuesta por una salud integral, habíamos referido a la psicoterapeuta Elba Quintanilla, quien define la meditación como “una herramienta práctica y económica para manejar el estrés y aumentar la capacidad de atención”, cuyo efecto de relajación impacta en el sistema inmune y nos permite conocernos mejor e identificar patrones mentales y emocionales. 

    Por su parte, el mindfulness nos permite estar en contacto, de manera directa, con nuestra vida, con el presente. Es así como logramos tomar consciencia de todo aquello que nos rodea, ya sea felicidad, tristeza, dolor o estrés, entre otras emociones y sensaciones.

    En entrevista exclusiva para Blog EXATEC, el exdirector y fundador del Centro Budista de la Ciudad de México, Dharmachari Upekshamati, explica que se trata de desarrollar atención consciente, aplicar un nivel más de sensibilidad, foco y consciencia a lo que haces en tu vida diaria en general, a diferencia de la meditación, en que haces eso mismo de manera directa, aplicada a un objeto específico dentro de un espacio, tal vez con otras personas.

    No prestar atención a nuestra vida o preocuparnos por lo que ya pasó o lo que va a suceder, irremediablemente, nos dirigirá hacia un camino en el que actuaremos de manera no solo automática, sino desadaptativa. Esto puede llevarnos a tener diversos problemas en nuestro entorno laboral y personal, una situación que, a la larga, podría volverse insoportable y traer consecuencias en tu salud y con tus seres queridos.

    El mindfulness o atención consciente nos permite estar en contacto, de manera directa, con nuestra vida, con el presente

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    Beneficios del mindfulness

    Desde hace más de tres décadas, la psicología y la medicina han incorporado a sus prácticas el mindfulness, que ha dejado constancia científica de sus beneficios. Dos ejemplos son el Mindfulness Based Stress Reduction (MBST) y la terapia cognitiva, técnicas terapéuticas utilizadas en diversos tratamientos médicos para reducir el estrés, el dolor crónico y las adicciones, con efectos bastante positivos en pacientes. 

    En el caso de las personas mayores, el mindfulness ha demostrado favorecer un envejecimiento saludable, logrando:

    • Equilibrio interno.

    • Mayor capacidad de discernimiento.

    • Compasión.

    • Inteligencia emocional.

    • Control y gestión de la ansiedad y el estrés.

    • Contrarrestar el insomnio y el dolor.

    • Mejores procesos bioneuronales.

    • Mayor concentración y creatividad.

    • Desarrollo de mejores habilidades sociales

    Todos estos elementos, finalmente, se relacionan con elementos de control que tienen que ver con el bienestar subjetivo y la construcción del sentido vital, lo que redunda en que quienes practican mindfulness sienten ser más felices.

    ¿Cómo empezar a practicar mindfulness?

    Debes saber que ni la edad ni tu profesión ni tu estilo de vida son un impedimento para comenzar a adentrarte en el mindfulness. Más allá de tus circunstancias (ojo: te compartimos un disclaimer más abajo), sus beneficios para tu salud, atendiendo tus funciones vitales e incidiendo directamente en tu fuerza interior y confianza, derivarán en bienestar general.

    “No hay ninguna diferencia entre practicar mindfulness a los 20 años o a los 40, pero si lo podemos simplificar, se trata de desarrollar un nivel más alto de consciencia. Cuando meditas o practicas mindfulness, estás tratando de hacerte más consciente, más enfocado, más tranquilo”, dice Upekshamati.

    Aquí el disclaimer: es importante destacar que si tienes algún padecimiento psiquiátrico o de conducta, practicar mindfulness puede no ser lo más recomendable; algunas personas han presentado ansiedad, ataques de pánico, insomnio, depresión, una sensación de “disociación” o angustia. Esto debido al contacto que logras con tus sentimientos y una consecuente sensibilidad a los cambios”, explica Willoughby Britton, profesor asistente de psiquiatría y comportamiento humano en la Universidad de Brown, Estados Unidos. Al respecto, Julieta Galante, investigadora del Departamento de Psiquiatría, de la Universidad de Cambridge, sugiere elegir otra actividad o experimentar con diversas técnicas de meditación, como las contemplativas, que no tienen que ver con atender tu cuerpo o tu respiración. Además, y lo más importante, recuerda consultar a tu terapeuta de cabecera. Lo primordial es que esta práctica contribuya a tu salud.

    Ahora bien, la manera indirecta de practicar mindfulness es incorporando un nivel de sensibilidad y consciencia a tu vida diaria, al bañarte, al tender la cama, cuando caminas hacia tu trabajo, cuando lavas los trastes o cuando hablas. Por ejemplo, hacerte sensible sobre cómo estas hablando o pronuncias las cosas, del contenido de lo que dices.

    Se trata de detenerse y observar. ¿Y qué observas? Primero, tu respiración. Cuando la atiendes con cuidado, empiezas a sentir tu cuerpo, tu estado emocional, y ves el tren de pensamiento que acompaña tu experiencia, como una especie de narrador interno que la hace coherente.

    ¿Te gusta probar contenidos digitales? Existen algunos canales con videos, blogs y podcasts para empezar a practicar:

    También es recomendable visitar la página del Centro Budista de la Ciudad de México, donde encontrarás diversos documentos que te ayudarán a entender con más detalle el tema.

    La manera indirecta de practicar mindfulness es incorporando un nivel de sensibilidad y consciencia a tu vida diaria

    Una práctica para ti

    Ya lo sabes: con compromiso y constancia, pero sobre todo con autoconocimiento, observándote y priorizando tus sensaciones, quizá logres hacer del mindfulness una práctica personal donde el amor y la gratitud permean tus relaciones con tu persona, ¡pero también las que tienes con los demás!

    FUENTES

    1.- Meditar, una apuesta por la salud integral - EXATEC

    2.- El bienestar subjetivo - Revista INEGI 

    3.- Abuso del mindfulness - BBC

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