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    Tras dos años de pandemia, ¿qué sigue?

    Hemos salido de veinte meses complejos. Un tiempo de pérdidas lamentables, humanas y económicas, y una significativa visibilidad sobre la salud mental y su cuidado ocasionada por un repunte en sus pacientes. La realidad, aunque innegable, sí ofrece panoramas alentadores: ¿qué hemos aprendido y cómo plantarle cara a nuestro 2022?

    Hagamos una retrospectiva hasta la última noche de 2019. Como cada 31 de diciembre, abundaron los buenos deseos para el año que estaba por llegar. Esta vez, además, el que vendría sería un año de número cerrado, como visto en el espejo, y algo de buen augurio parecía haber en ello. “¡Seguro que el 2020 será un gran año!”, pensábamos, proclives a asumir los buenos augurios (y los inicios de ciclos) como una mano siempre tendida.

    Muy pocas personas conocían en ese momento el reporte que el Gobierno de China entregaba a la ONU sobre la aparición de casos de neumonía atípica en la ciudad de Wuhan, la primera comunicación formal emitida en el mundo en que aparecía la palabra COVID-19 para designar al virus y la enfermedad que provoca. 

    Con los meses, ese término y otros varios relacionados (confinamiento, vacuna, anticuerpos, PCR y más) cambiarían por completo el centro de la agenda noticiosa (y de nuestras vidas) alrededor del mundo. En México, esto comenzaría a suceder hasta los primeros días de febrero del 2020, cuando el Dr. Tedros Adhanom Gebreyesus, director de la OMS, declaró una emergencia de salud pública internacional.

    Esta es la revisión de los días que han marcado nuestro mundo, un recordatorio con carga de reconocimiento a nuestra resiliencia como humanidad, y también un llamado de esperanza, aliento y buena fe para los muchos pasos que aún construiremos para salir adelante.

    Los días en que todo cambió

    Hagamos un corte de caja, con sinceridad: nadie imaginó un cambio tan drástico como el que la pandemia del COVID-19 ha impulsado en nuestras vidas. Nadie lo vio venir. Aunque la declaración de emergencia en diciembre de 2019 debería habernos dado una idea más o menos clara de lo que podría suceder, en México, incluso con la detección de los primeros casos, el 27 de febrero, o la suspensión de clases y ciertas actividades anunciada a partir del 12 de marzo, nos tomó todavía algunas semanas dimensionar más ampliamente la situación.

    Luego de los primeros fallecimientos, hacia finales de marzo la Secretaría de Salud federal anunció la Jornada Nacional de Sana Distancia. Poco a poco, aprendimos muchas cosas. Por ejemplo, que el virus era complejo pero su transmisión inteligible: conocimos sobre su dispersión a través de las gotas de saliva y respiración, y la importancia del lavado de manos y el uso del cubrebocas. Nos acostumbramos a una vida de cambios, de entorno VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo), a lidiar con semáforos de riesgo por entidad federativa o país y a atender medidas sanitarias variables. Aprendimos a cuidarnos, a priorizar nuestro tiempo, a mantener nuestra estabilidad contra todo pronóstico.

    La presencialidad de trabajo y estudio, tras suspenderse por completo en un inicio, no sería retomada sino (y solo parcialmente) hasta varios meses después. El trabajo desde casa (otro término nuevo, home office) se volvió una norma que todavía hoy sigue mayoritariamente vigente.

    Los efectos de la suspensión de ciertos giros comerciales en la economía cobraron consecuencias de las que algunos sectores han tardado estos dos años en recuperarse. Dejamos de ver a nuestros amigos y familiares; instituimos la videollamada como única opción viable de estar en contacto, de mantener la cercanía obviando la distancia. Y lo logramos. Demostramos que la comunicación es una habilidad y necesidad humana frágil, pero cada vez más accesible de forma inmediata.

    Lidiamos con las pérdidas. Porque las hubo, para algunas personas más que para otras, pero para todos nosotros duras, irreparables.

    Nos acostumbramos a una vida de cambios, de entorno VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo)

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    Después de todo esto, ¿qué?

    ¿Qué nos queda por hacer frente a una crisis con tantas aristas y de tal magnitud? Dicen por ahí que de los más grandes desafíos es de donde más se aprende. Que la necesidad de continuar, junto con la determinación por salir adelante, nos lleva a sacar nuestra mejor versión; incluso a reinventarnos, si es preciso.

    No podremos negar las historias complicadas, tristes. Con lo descrito líneas arriba, no podía ser de otra manera. El reto era enorme y los costos de enfrentarlo también lo fueron. Pero también enormes y aleccionadoras son las otras muchas historias que fuimos escuchando a nuestro alrededor.

    Historias que nos quedaremos para siempre, como una herencia inspiradora de los días extraños. De mujeres y hombres que, tras perder su empleo o negocio propio, se vieron en la necesidad de adquirir nuevos conocimientos y desarrollar diversas capacidades para dar un giro a su vida profesional; que iniciaron un emprendimiento o buscaron con valentía un cambio laboral, y que hoy siguen cosechando los frutos de su esfuerzo e impulsando a la economía local y global.

    Familias que lograron arreglar viejas diferencias y estrechar lazos entre sus integrantes después de haber enfrentado la pesadumbre del encierro, la incertidumbre de la enfermedad o la angustia de haber tenido que despedir a un ser querido. Personas que compartían la sangre y el apellido pero encontraron en el confinamiento, finalmente, las pruebas de su afecto, los rastros claros de su querencia.

    Héroes del sector salud (personal de enfermería y medicina, servicios hospitalarios generales) que demostraron profesionalismo, entrega y humanismo sin límites. Una confianza global en la ciencia y sus adelantos que, con las vacunas como principales impulsoras, redobló también la esperanza humana en nuestra capacidad de sobreponernos a los contratiempos naturales. Nuestra sensibilidad aumentada hacia nuestro medioambiente y la sustentabilidad de nuestras acciones, el ser más cuidadosas y cuidadosos.

    En menor o mayor grado, a todos nos movieron estos meses. Además de la inspiración por el esfuerzo de los demás, lo mejor que pudimos haber ganado es autoconsciencia y responsabilidad. Haz una pausa ahora y gánale espacio al tiempo preguntándote: ¿estás durmiendo bien? ¿Cambiaste algún hábito alimenticio y deberías reconsiderarlo? ¿Te convendría consultar a algún especialista para redoblar tu cuidado físico, emocional o mental? Quizá ya sea momento. Han sido dos años duros, y el mejor rescate de ello es priorizar y rescatar nuestro autocuidado.

    Enormes y aleccionadoras son las otras muchas historias que fuimos escuchando a nuestro alrededor. Historias que nos quedaremos para siempre, como una herencia inspiradora

    Vivir a plenitud

    También, quedan preguntas aún sin respuesta: ¿cuánto tiempo más tendremos que seguir utilizando cubrebocas y guardando sana distancia? ¿Cuándo la ciencia podrá reducir la peligrosidad de este nuevo coronavirus, con una cura efectiva o una vacuna más duradera? ¿Podrá volver a ser todo como antes?

    Esas respuestas siguen fuera de nuestro alcance, pero si se nos dan tan bien los buenos augurios, más que desearnos un buen 2022, ¿por qué no construimos uno que sí esté de nuestra parte? Estamos aquí y ahora, tenemos vida. Echemos mano de lo aprendido en los últimos veintidós meses, que han venido a enseñarnos, entre muchas otras cosas, a reconocer lo verdaderamente importante. Lo que debería movernos a continuar, a seguir creciendo y ser mejores personas.

    Paradójico o no, el aislamiento nos ha hecho entender la importancia de mantener relaciones interpersonales fuertes y sanas; la enfermedad y el desasosiego, de cuidar nuestro estado físico y mental; el miedo a morir o a perder a un ser querido, de vivir al máximo cada momento.

    Hoy podemos hacer una pausa para analizar las cosas y extraer varias lecciones a partir de lo sucedido. Quizás la más importante sea a su vez una muy simple: con virus o sin él, hay que empezar a vivir (a plenitud y extremando el autocuidado) cuanto antes.

    FUENTES

    1. Cronología de la pandemia del coronavirus y la actuación de la OMS - Noticias ONU

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