¿Te has puesto a pensar cuántas cosas se dicen sobre el tiempo? Que vale oro, que todo lo cura, que vuela… ah, y si es malo, hay que darle prisa y ponerle buena cara. Y a todo esto, ¿cómo es tu relación con él y qué puedes hacer para que sea aún mejor? Aquí te lo decimos.
Todos nos hemos preguntado alguna vez qué tan bien estamos aprovechando nuestro tiempo de vida. “¿Estoy realmente haciendo lo que me gusta?”. “¿He alcanzado las metas que alguna vez me puse?”. “¿No tendría que haber logrado más cosas a la edad que tengo?”.
Los fines de ciclo son contextos fértiles para estas preguntas. Es usual que las hagamos cuando cumplimos años, por ejemplo, o cuando iniciamos o ponemos fin a un proyecto significativo. ¿Qué tipo de respuestas sueles encontrar a esas inquietudes? Te sorprenderá descubrir que, sin importar tu respuesta, ¡aún tienes tiempo!
El tiempo puede volar o escurrir lentamente, dependiendo del cristal con que se mire. Para Aristóteles (384 a. C.-322 d. C.), por ejemplo, se relacionaba íntimamente con el movimiento, es decir, la relación entre lo precedido (antes) y lo sucedido (después).
Para Immanuel Kant (1724-1804) el tiempo era una manera de intuir lo ocurrido –una virtud exclusiva del hombre, por cierto–. Desde su óptica, el tiempo guarda relación con el interior de cada individuo, quien, gracias a él puede organizar sus experiencias personales.
En 1980 se estrenó una película que hoy ya es un clásico. Basada en la novela En algún lugar del tiempo, del estadounidense Richard Matheson, Pide al tiempo que vuelva narra la historia de amor entre un hombre y una mujer que viven en distintas épocas. ¿La recuerdas? Para poder realizar su amor, Richard Collier debe viajar al pasado y reencontrarse con Ellise Mckenna, la mujer de quien estuvo enamorado en otra vida.
Sin afán de revelar la trama, esta historia nos hace pensar en lo importante que es aprovechar el tiempo. ¿Hay algo que hayas dejado inconcluso y que te gustaría terminar? Nuevamente: ¡aún hay tiempo! Aunque no podemos ir al pasado como Richard, podemos enfrentar el presente y concretar lo que deseamos ahora mismo.
¿Qué tipo de respuestas sueles encontrar a esas inquietudes? Te sorprenderá descubrir que, sin importar tu respuesta, ¡aún tienes tiempo!
Dos hábitos para crecer tu tiempo
En Los siete hábitos de las personas altamente efectivas –esa especie de biblia para emprendedores, con más de veinte millones de copias vendidas–, Stephen Covey habla sobre la importancia de establecer prioridades cuando buscamos la efectividad.
“Pon primero lo primero”, reza el tercero de sus siete hábitos. En el desarrollo, Covey ahonda en la necesidad de enfocarnos en lo que realmente importa. Poco antes, al describir el segundo hábito, “Empieza con un fin en mente”, explica por qué es indispensable tener clara nuestra misión personal.
Eso aplica cuando tienes 21 o si llegaste a los 60 años de edad: cada etapa de la vida tiene sus prioridades. En tu plenitud de vida, por ejemplo, esa prioridad puede ser cuidar la salud, mantener la estabilidad mental y buscar el aprendizaje de nuevas habilidades.
¿Qué da como resultado si juntamos estos dos hábitos propuestos por Covey? Una base sólida para arrojarnos a la conquista de nuestras prioridades, consejos para un retiro saludable en donde el tiempo es un regalo valioso, un propósito claro y un compromiso que no dejará que desviemos el camino.
En tu plenitud de vida, por ejemplo, esa prioridad puede ser cuidar la salud, mantener la estabilidad mental y buscar el aprendizaje de nuevas habilidades
Gana tiempo para ti: ¡Adminístralo con esta receta!
Después de cierta edad, podemos experimentar la sensación de que nos queda poco tiempo. En realidad, no se trata realmente de cantidad, sino de calidad en la inversión y de cómo y en qué se gasta. Para una óptima gestión del tiempo, podemos seguir esta receta en código:
Comer una rana viva en la mañana, respirar como tortuga y trabajar en las horas mágicas.
En realidad, está escrita así para poder recordar tres procesos muy prácticos.
- La metáfora de la rana se atribuye a Mark Twain, quien solía decir que si te comes una rana viva durante la mañana, eso sería lo peor que podría pasarte en el día, o lo que es lo mismo, si haces primero las tareas difíciles, las fáciles te tomarán menos esfuerzo y, por tanto, ahorrarás tiempo.
- Respirar como tortuga nos invita a inhalar lento y hondo durante cuatro segundos y exhalar en ocho, y hacer esto unas diez veces, por lo menos tres veces al día. Esta técnica de respiración corta el estrés y permite al cerebro sentir que todo va más despacio, pensar mejor y aprovechar en serio esa reunión con tus accionistas o la poda de tu jardín.
- Las horas mágicas refieren a las horas realmente productivas, en que trabaja mejor nuestra atención. Estas suelen ser en promedio cuatro, generalmente matutinas. Encuentra las tuyas y podrás aprovechar realmente el espacio para tus tareas.
Y si es tan sencillo, ¿por qué casi nunca nos alcanza el tiempo? La economista Cristina Benito, en su libro Time MindFulness, señala que la falta de tiempo es en realidad una falta de prioridades, tanto en el trabajo como en la vida personal. Sí, como dicen los hábitos de Covey. Para lograr el balance es importante observar las acciones y personas que llenan nuestra agenda y hacernos unas cuantas preguntas.
Y de tercer tiempo, tres preguntas para optimizar el tiempo
¿Harías algo distinto con el tiempo que te queda? Tal vez esta pregunta pareciera superficial, pero es importante que te la hagas cada tanto para reflexionar sobre lo que mencionamos líneas arriba: tus propósitos, que, para gracia humana, no envejecen.
Jay Shirley plantea tres preguntas para la optimización del tiempo:
- ¿Qué acciones debes hacer que tendrán impacto real en tu día? Esta pregunta te permite ponderar las tareas cotidianas.
- ¿Qué deberías hacer para construir tu futuro? La respuesta te ayudará a planear las actividades en el corto, mediano y largo plazo. Piensa en un impacto de diez días, diez meses y diez años. Revisa: si esto que haces no tendrá impacto en esos plazos, ¿para qué lo haces?
- ¿Qué quieres hacer para disfrutar la vida? La respuesta hará que evites las trampas de la procrastinación y las relaciones poco edificantes.
Con estas preguntas como horizonte, identifica por qué estás postergando ciertas cosas –más allá de cualquier excusa–, y toma cartas en el asunto para recuperar tu enfoque.
Decía Charles Darwin: “Un hombre que se permite malgastar una hora de su tiempo no ha descubierto el valor de la vida”. Podemos estar o no de acuerdo con esta afirmación, pero, después de lo aquí reflexionado, hay algo fuera de duda: el tiempo no se detiene ni regresa; para lograr cualquier cosa que nos propongamos, es fundamental no perder de vista nuestros propósitos y nunca dejar de actuar alrededor de ellos. Y tú, ¿ya le das tiempo al tiempo?
FUENTES
1.- ¿Qué es Tiempo?
2.- Eso que llamamos “Tiempo” – La Crítica de Kant
3.- 8 consejos para dejar de procrastinar - Super hábitos
4.- Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas del Dr. Sthephen Covey - Liderazgo Hoy
5.-¿Por qué nunca tengo tiempo? - El País
Comentarios