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    ¿Sin profesores? ¿Solo pantallas?: cuatro profecías sobre la educación para el siglo XXI

    ¿Te has preguntado qué pueden esperar tu generación y la de tus hijos y nietos con los nuevos avances tecnológicos en las aulas virtuales? ¿Cómo aprenderán, se profesionalizarán y consolidarán sus carreras? No eres la única persona que se lo cuestiona: muchos de tus colegas y las instituciones están pensando desde hoy el futuro que tendrá la educación en el resto de nuestro siglo.

    La educación no siempre avanzó al mismo ritmo que la humanidad. Durante siglos, el derecho a recibirla en los países occidentales no incluía a las mujeres y esclavos, por ejemplo. Naciones como México tienen apenas un siglo brindando formación básica laica y gratuita, y menos de una década garantizando el acceso a tecnologías que la potencian, como internet. Nada permanece, y en el último año todo ha cambiado vertiginosamente.

    Hablando de cambios, el internet se ha confirmado como el gran convidado al banquete de la educación en el siglo XXI. Con un 70.1% de la población mexicana de seis o más años siendo usuaria activa de internet, nuestro país tiene más de ochenta millones de mexicanos que han seguido sus clases en línea en los últimos doce meses desde una computadora o teléfono inteligente, o que pueden acceder a un dato en segundos desde la palma de su mano.

    El año pasado, habíamos hablado en tu Blog EXATEC sobre qué sería de la educación después de la pandemia, y a seis meses de distancia los cambios vividos nos obligan a hacer otro corte en el camino y mirar hacia adelante: ¿qué sigue ahora? ¿En qué dirección avanzará la educación el resto de nuestro siglo y cuál debe ser el enfoque de las instituciones educativas para satisfacer cabalmente las necesidades del futuro? 

    En búsqueda de ruta, una entrevista exclusiva con Carlos Carpizo (IEC’92), EXATEC experto en el modelo STEAM (que aboga por la inclusión de la enseñanza artística y filosófica en los modelos educativos que priorizan las ciencias duras), y coautor del libro Jóvenes en riesgo de grandeza (2020), publicado por New Degree Press, nos ha permitido elaborar cuatro profecías para pensar hacia dónde irá la educación que formará a las próximas generaciones, incluidos tus hijos y nietos!

    Hablando de cambios, el internet se ha confirmado como el gran convidado al banquete de la educación en el siglo XXI

     

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    1. La inteligencia artificial será presencia habitual, aunque no sustitutiva

    “Desde finales del siglo XX –ilustra Carlos– tenemos claro que la educación debe ser más personalizada: dejamos de educar para formar trabajadores y empezamos a educar para formar individuos, es decir, personas que se caractericen por ser críticas, creativas y capaces de poner a su servicio a las máquinas, la automatización y la tecnología en general, y no al revés”.

    Esta presencia de las máquinas como herramientas para el bienestar del hombre permite anticipar que llegaron para quedarse: “La inteligencia artificial nos va a ayudar a aumentar nuestras habilidades cognitivas [...] lo que tenemos que hacer es buscar cómo esas herramientas de automatización e inteligencia artificial nos releven de tareas repetitivas que nadie quiere hacer”. 

    Es decir, la inteligencia artificial será una presencia en las aulas como lo es cada vez más en el resto de nuestros espacios y actividades, pero no sustituirá elementos sin los cuales no es posible pensar el aprendizaje, como la figura del docente, sin cuya guía la formación del alumnado se despersonalizaría: “El riesgo no es que las máquinas piensen como nosotros, eventualmente lo van a conseguir, sino que nosotros pensemos como las máquinas. Eso es lo que tenemos que trabajar desde el sistema educativo”, apunta Carpizo.

    A su entender, no se trata de relevar a los humanos de esas tareas tediosas y poco estimulantes y dejarlos flotando en el limbo: hay que crear las condiciones para que, con el tiempo libre y energía que les dejen las máquinas trabajadoras, desarrollen otras habilidades con las que puedan aspirar a trabajos que les resulten más estimulantes y signifiquen una mejor calidad de vida, y que las máquinas no podrán hacer.

     

    2. Aprenderemos desde múltiples fuentes: el hiperaprendizaje

    De acuerdo con Carpizo, cuando el sistema educativo está hecho para crear trabajadores, no incentiva el deseo por el aprendizaje, y eso es justo en lo que se debe enfocar ahora: alentar en el estudiantado el querer aprender de manera continua.

    En este escenario, el lifelong learning y el hyper-learning tendrán una presencia importante: “Necesitamos saltar del aprendizaje continuo al hiperaprendizaje: desaprender muchas cosas, no solo porque ya se han vuelto inservibles, sino porque impiden aprender cosas esenciales, correspondientes a una nueva realidad, y acceder a nuevos aprendizajes de manera constante y de temas variados, desde donde nos encontremos”, precisa Carlos.

    Ha quedado atrás la idea de que un solo título universitario era suficiente para generar un profesionista, o de que asistir a un aula era la única manera de formarse. Ahora el conocimiento está en todas partes, y es posible acceder a él desde la casa o la calle, utilizando un teléfono inteligente. Sin embargo, esa facilidad abre otro retos importantes para instituciones y Gobiernos, como ofrecer programas de hiperaprendizaje bien diseñados que acompañen con formación permanente, confiable y disponible en segundos, con fines formativos y no solo informativos (lo que contemplará también nuevos modelos de evaluación y tutoría), a quienes deseen aprender (y desaprender).

    “Necesitamos saltar del aprendizaje continuo al hiperaprendizaje”

     

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    3. Las instituciones educativas seguirán marcando la pauta

    Para Carlos (y para todos) es claro que no todo será tecnología: diseñar el futuro de la educación supone que esta formará parte de las distintas plataformas en que se transmita y construya el conocimiento (como ya estuvo presente por siglos en los libros y las computadoras, todas tecnologías), pero la educación, para el resto de nuestro siglo, vivirá al menos tres revoluciones permanentes: una tecnológica, una pedagógica y una social, “así que la forma de entender y llevar a cabo el proceso enseñanza-aprendizaje, al igual que el diseño de los planes de estudio, son otros dos aspectos fundamentales que se han modificado y seguirán modificándose a través del tiempo”.

    Esto sigue manteniendo a las instituciones educativas como actores fundamentales en los procesos formativos. En tiempos de incertidumbre y falsas verdades, con cambios vertiginosos, es imposible pensar la educación sin estructuras que organicen, generen, potencien, orienten y difundan conocimiento confiable y enfocado en solucionar los problemas humanos. Por ello, y aunque las actuales instituciones deberán revolucionarse al ritmo que lo hace ya la tecnología enfocada en educación, resulta imposible pensar en su desaparición.

    Con diversos proyectos, las instituciones educativas en el mundo están pensando hoy la educación del futuro y proveyéndola a sus propios estudiantes, al tiempo que garantizan mantener su lugar de importancia en la formación de profesionales y el impacto positivo en las sociedades que abrevan a ellas como faros de certidumbre y de respuestas.

    4. No solo serán las ciencias duras: arte y filosofía para la formación integral

    En la visión de Carlos, el enfoque actual del aprendizaje en muchos lugares del mundo, centrado en ciencias duras y tecnología, ha olvidado la formación humana, central para la humanidad futura. Con eso en mente, ha fundado su empresa, Kosmos, en conjunto con la también EXATEC Adriana De Urquidi (LDI'09), que busca promover entre comunidades de aprendizaje modelos educativos que incluyen arte y filosofía (el ya mencionado modelo STEAM): “Lo que nos hace únicos es la metodología que utilizamos para entrelazar las artes con la tecnología, que ya está en todos lados, y que es muy importante, pero no suficiente”, explica Carlos.

    Una educación centrada solo en las ciencias duras limita el aprendizaje, condicionándolo para el trabajo manual, y podría generar profesionistas poco empáticos, con liderazgo limitado y visión reducida. Al integrar las artes y la filosofía con la ciencia a través de la tecnología, en cambio, una persona puede desarrollar habilidades que le ayudarán de por vida, explica Carlos, y que son apreciadas hoy en día por los reclutadores, como curiosidad, colaboración y comunicación, además de pensamiento crítico y creativo, todas ellas soft skills para el nuevo mundo.

    Al integrar las artes y la filosofía con la ciencia a través de la tecnología, una persona puede desarrollar habilidades que le ayudarán de por vida

     

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    Nada está escrito, pero todo está construyéndose

    Las cuatro profecías propuestas a partir de lo dicho por Carlos avizoran un futuro prometedor: nuestras sociedades seguirán impulsando la formación de profesionistas, algunos de ellos EXATEC como tú, quienes a su vez motivarán cambios importantes en todo el mundo después de su paso por las aulas (virtuales o presenciales, pero amparadas en instituciones de reconocido prestigio). 

    Y aunque algunas presencias, como las tecnologías (internet incluido), llegaron para quedarse, y sobre otras es poco posible pensar del todo cómo se desarrollarán (como la inteligencia artificial), habrá presencias familiares para satisfacer las necesidades de la educación en el resto de este siglo, lo que supone que seguiremos caminos de certeza entre tiempos convulsos, en mucho gracias a profesionales como tú, que trabajan por encontrar respuestas claras y confiables a las preguntas de su entorno.

    Y tú, ¿estás listo para ver el futuro?

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