Lidiar con una crisis de carrera es algo que le pasa a mucha gente y, en realidad, puede ser una buena oportunidad para pensar en lo que realmente nos gusta hacer. Muchas veces, elegimos una carrera por presión de los demás o porque creemos que es lo correcto, sin parar a pensar en lo que nos apasiona. Este momento de duda también nos hace ver que tener éxito no es solo cuestión de suerte, sino de cómo nos preparamos y enfrentamos los desafíos. Adaptarse a los cambios y aprender cosas nuevas es clave para salir de esta crisis, así como para encontrar un camino profesional que nos haga felices de verdad.
Como vimos en nuestro artículo Crisis de carrera: ¿es tu momento de dar una vuelta al timón? ¿Cuántas veces te has preguntado si tomaste la decisión correcta al elegir tu carrera? ¿Estás conforme con tu decisión, años después de graduarte? ¿Te coquetea otra profesión o área de trabajo? No te preocupes, estos cuestionamientos son más frecuentes de lo que supones, ¡e incluso pueden ser muy provechosos!
Empecemos por ponerle nombre, se denomina crisis de carrera. Y aunque pocas personas hablen de ella como algo habitual, te sorprendería la alta incidencia que tiene entre profesionistas de todo el mundo. En gran medida, por lo trascendente que es la elección de carrera en la vida de las personas, la corta edad en la que esto ocurre (16-18 años) y la alta frecuencia con la que se basa en fundamentos poco adecuados.
De acuerdo con un estudio realizado por el Instituto de Investigación en Psicología Clínica y Social, aproximadamente un 30% de profesionales elige estudiar algo que no responde a sus verdaderos intereses y aptitudes. ¡Tres de cada diez integrantes de tu generación!
Por otro lado, una investigación de Ernst & Young arrojó que un 54% de los estudiantes reconoce que sus padres influyeron de manera determinante en su educación profesional, pero solo un 20% señala haber tenido la oportunidad de discutir abiertamente el tema con sus familias.
“[...] aproximadamente un 30% de profesionales elige estudiar algo que no responde a sus verdaderos intereses y aptitudes”.
¿Orientación vocacional? ¿A mi edad? A diferencia de lo que pudieras creer, los procesos de orientación vocacional no solo son para quienes están por decidir qué carrera estudiar: cualquier persona que enfrente dudas sobre su elección, sin importar la edad o el hecho de que ya haya concluido sus estudios y ejerza su profesión, puede necesitar orientación al respecto.
Lo primero que tienes que hacer es tomar las cosas con calma y no precipitarte: esa crisis es producto de tu desarrollo como persona, por lo que todo paso que des debe ser tan cuidadoso (o más) como los que tomaste cuando hiciste esa elección hace años.
“Solemos pensar que la orientación vocacional sólo tiene lugar cuando estamos por elegir una carrera”, añade Ivonne Vargas, “pero todos maduramos neurológica y profesionalmente hablando, y es necesario seguir cuestionándonos a lo largo de nuestra vida para saber si realmente estamos haciendo lo que queremos”.
Como ocurre con otros aspectos, es natural que cambie la percepción que tienes sobre tu carrera conforme te desarrollas. De acuerdo con la especialista, la gran mayoría de profesionistas enfrentan este tipo de dudas una vez que alcanzan lo que psicológicamente se conoce como madurez profesional, que suele presentarse entre los 35 y 45 años de edad.
Esta madurez presenta síntomas como sensación de aburrimiento y cansancio respecto a las labores actuales, así como nostalgia por actividades placenteras que se han dejado de realizar (o querido hacer en el pasado).
“[...] Es necesario seguir cuestionándonos a lo largo de nuestra vida para saber si realmente estamos haciendo lo que queremos”.
Al considerar un cambio en nuestra carrera, surge la duda: ¿cuánto influye realmente la suerte en nuestro éxito? La idea de que la suerte define nuestro camino puede hacernos subestimar la importancia de la actitud y la preparación. Enfrentar una crisis de carrera nos invita a ver la suerte no como algo que simplemente nos sucede, sino como algo que podemos moldear con decisiones conscientes y esfuerzo propio.
En los eventos que consideramos inesperados, pareciera que la suerte y el azar van de la mano. Sin embargo, a lo que la mayoría llama ”suerte”, otros, como el psicólogo Richard Wiseman, profesor de la Universidad de Hertfordshire, en Reino Unido, lo consideran una cuestión de actitud y una forma de concebir el mundo.
Wiseman afirma que la suerte es la creencia que tienes sobre ella. Él realizó experimentos con personas que se sentían afortunadas o desafortunadas con edades de los 18 hasta los 80 años, con el propósito de identificar qué determinaba su éxito o, en dado caso, su fracaso.
Llegó a la conclusión de que los más exitosos (o considerados con mejor suerte) eran los que mantenían una actitud más consistente. Después de otros estudios, Wiseman concluyó que la suerte tenía mucho que ver con crear profecías autocumplidas mediante expectativas positivas, y reconoció algunos patrones de conducta comunes en la gente afortunada:
“[...] a lo que la mayoría llama ‘suerte’, otros, como el psicólogo Richard Wiseman, profesor de la Universidad de Hertfordshire, en Reino Unido, lo consideran una cuestión de actitud y una forma de concebir el mundo”.
El primer punto de Wiseman establece la importancia de la atención a las causalidades como factor para domar la suerte. Un caso que ayuda a ilustrar esto es el de Mate Rimac, un muchacho al que le encantaban las carreras de autos. El azar hizo que el motor de su auto explotara en una competencia, lo que detonó en él una pregunta que sería clave para su futuro: ¿por qué usar un peligroso motor de combustión interna, cuando podría utilizarse uno eléctrico?
Mate era joven, tenía ímpetu y estudiaba ingeniería. Su pasión por las carreras fue una casualidad; lo que no fue producto del azar es todo el trabajo de ensayo y error que llevó a cabo antes de empezar a ganar competencias, batir récords o fundar su propia compañía a los 21 años, Rimac Automobili. Misma que inauguró con un Guiness Record para un auto eléctrico –que construyó él mismo en su garaje–, y, finalmente, hacer el hiperauto eléctrico más rápido del mundo (sí, más veloz que un Tesla): el Rimac Concept One.
El resto de esta historia ayuda a confirmar la relación entre suerte y causalidad: en 2019, Porche, después de solo un año de haber invertido en el proyecto, incrementó su participación en la compañía en un 15.5%. De nuevo: aunque es suerte que Porche invirtiera en ellos, la compañía puso el ojo en el Rimac Concept One porque sus estándares de calidad auguraban un futuro seguro para la inversión. El trabajo de perfeccionamiento de Mate y su equipo, detonado por la suerte, rindió frutos. Además, Porche, como experto en su campo, seguramente sabe muy bien dónde va el automovilismo y no se quiere quedar sin su trozo de pastel (el conocimiento tampoco es casualidad, pero provoca causalidad).
La actitud de Rimac refuerza la idea del escritor argentino Jorge Luis Borges sobre el azar: “[...] no hay azar, [...] lo que llamamos azar es nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causalidad”. De acuerdo con Borges, si ponemos suficiente atención a los eventos que nos rodean, es posible visualizar en el horizonte una racha de oportunidades. Es tan sencillo como conectar los puntos.
En una era definida por la incertidumbre y el cambio constante, el desarrollo de nuevas competencias se convierte en la piedra angular no sólo para sobrevivir sino prosperar. El liderazgo, más que nunca, se presenta como una competencia esencial que nos permite navegar con éxito en un mundo líquido, donde la flexibilidad y la capacidad de adaptación marcan la diferencia entre el estancamiento y el avance. Este es el momento de tomar las riendas, cultivar nuestro liderazgo y cosechar el éxito a través de la innovación y la reinvención profesional.
El sociólogo Zygmunt Bauman definió la posmodernidad como la era de la liquidez, una etapa histórica en la que imperan la flexibilidad y los cambios continuos. Esto se ha recrudecido y visibilizado particularmente a partir de 2020: las certezas de ayer se han diluido y esto ha provocado que hasta el propio mercado o el Estado, antes predecibles, estén a expensas de fenómenos como la variabilidad extrema y la competitividad.
En ese panorama líquido, las nuevas generaciones están siendo formadas en la resiliencia, trabajan de forma colaborativa sin importar el tiempo ni el espacio, y utilizan la tecnología como soporte. Sin embargo, para una persona formada en entornos menos impredecibles, eso no quiere decir que tu experiencia resulte obsoleta; al contrario, si combinas tus conocimientos y habilidades con nuevas herramientas y capacidades, puedes convertirte en guía para otras personas que les ayude a consolidar su conocimiento. Eso implicaría usar tus recursos personales, los existentes más los nuevos, para transformarte en una figura de liderazgo para nuevas generaciones.
Para desarrollar nuevas competencias, hay que considerar que normalmente estas se vinculan a un plan de carrera. En estos tiempos líquidos, la mayoría de las empresas dan prioridad a las competencias –antes que a la antigüedad– a la hora de hacer nuevas contrataciones o de promover a sus integrantes. De acuerdo con la Dra. Martha Alles, autora de “Modelo de Competencias”, las competencias más valoradas son:
Haz una pausa y revisa de nuevo tus competencias. ¿Necesitas reforzar alguna para crecer en tu área? ¿Has considerado algún curso de especialización o educación continua? ¿Qué más puedes aprender sobre tu carrera o negocio? Como podemos ver en los buenos liderazgos, aprender de áreas distintas a tu carrera original puede detonar la creatividad y la innovación. Insistimos: el liderazgo se forma, se cultiva y se desarrolla. Lograr un ascenso no es cuestión de buena suerte, sino de preparación.
¿Has notado que ahora muchos de tus colegas, además de ejercer su carrera, llevan a cabo actividades que parecen incompatibles con lo que estudiaron? En el siglo XXI todo es posible y la única constante es la transformación –que sucede, ya lo dijimos, de forma vertiginosa–. Abrazar el cambio puede abrir las puertas que imaginabas cerradas o que nunca antes habías explorado.
Mantener una mente flexible a lo que acontece e integrar los hechos a eso que te apasiona, puede convertir la realidad en una fuente inagotable de descubrimientos y nuevas experiencias. Por ejemplo, si posees un restaurante y quieres innovar en la industria gastronómica, empieza por investigar sobre el origen de los platillos, cuenta su historia de forma original y genera contenido valioso que puedas compartir en tus redes sociales o página empresarial. Al mismo tiempo, organiza eventos de networking y haz alianzas con emprendimientos de otros giros. Sé influencer o líder de opinión que conecte con nuevas personas para crear un ecosistema en constante expansión, mediante el cual puedes influir en la forma en que, siguiendo con nuestro ejemplo, come tu comunidad, todo esto mientras crece tu negocio. ¿Se te antoja la idea?
Avanzando desde el liderazgo y la adaptabilidad, emprender representa aplicar estas cualidades al lanzar tu negocio. Este paso hacia la independencia es también una oportunidad de poner en práctica habilidades clave como la visión y la innovación. Emprender es más que ofrecer un producto; es sobre construir una marca personal fuerte, aprovechando tus fortalezas y diferenciándote. Aquí, tu liderazgo previo se traduce en crear impacto y sostenibilidad en tu emprendimiento.
Posicionarte como usuario te ayudará a aterrizar mejor esas ideas de negocio y a empezar a elaborar tus modelos de negocio. Ya en nuestra infografía “Marca personal: 7 consejos para construirla”, te habíamos compartido algunos tips para establecer quién eres y qué ofreces de la manera más clara posible. Y aunque nos estamos adelantando un poco, rescatar los siguientes puntos para aplicarlos al emprendimiento te permitirá llevar un orden sobre tus ideas de negocio. Por ejemplo:
Si no tienes tan claras las razones por las que te convendría emprender, considera estos beneficios:
Tu capacidad de adaptación también será muy importante en el emprendimiento, pues el mercado actual es cada vez más cambiante y competitivo.
Navegar por una crisis de carrera se revela como una puerta hacia el alineamiento entre nuestras metas y pasiones verdaderas, ilustrando que el éxito se cimienta en una actitud proactiva, de preparación y adaptabilidad, más allá de cualquier factor azaroso. La invitación es a cultivar liderazgo y adquirir nuevas habilidades en un mundo en constante evolución, y a ver el emprendimiento como la manifestación de un propósito profesional definido. El camino hacia la claridad profesional demuestra que, armados con determinación y estrategias efectivas, podemos convertir desafíos en oportunidades de crecimiento significativo y ejercer un impacto positivo en nuestro entorno.