Hoy día, ¿estudiar un posgrado (maestría o doctorado) tiene algún tipo de garantía para el éxito profesional? Tal vez, pero tal vez no. Son tiempos de incertidumbre, lo que se refleja en frases como la acuñada por Richards Heuer, autor de The Psychology of Intelligence Analysis: “la duda es un estado desagradable, pero la certeza es ridícula”. Y ante la creciente y actual incertidumbre, no tiene un propósito menor formular una pregunta en torno a si cursar estudios de posgrado garantiza el éxito.
A diferencia de lo que ocurría décadas atrás, las compañías de vanguardia no están buscando precisamente estudiantes universitarios posgraduados. Su óptica se concentra en competencias y otras “habilidades” líquidas cada vez más específicas, como las que pueden brindar las microacreditaciones o nanogrados que, hoy en día, se pueden cursar online en diversas plataformas, como Coursera o EdX, a costos generalmente más accesibles y en poco tiempo, si lo comparamos con la educación superior tradicional.
Por otra parte, según el reporte Diagnóstico del posgrado en México: nacional (2015), uno de los principales problemas con los posgrados es que los alumnos no terminan los programas. Esto se debe a varios factores. En primer lugar, al bajo nivel de preparación con el que ingresan, lo que se manifiesta de diferentes maneras: baja dedicación y deserción.
En segundo lugar, es poco el interés de la iniciativa privada y del sector público en apoyar la formación de capital humano de alto nivel. En tercer lugar, el número de becas y montos de apoyo institucionales es insuficiente, y a esto se suma la falta de oportunidades laborales para los egresados. Como vemos, empezar es fácil, terminar es el verdadero reto.
Fuera de todo este contexto laboral, para cursar un posgrado, la motivación es un componente personal aún más poderoso que los recursos financieros. Cuando se tiene poco tiempo, por ejemplo, —más si el estudio se combina con un trabajo de tiempo completo o con quehaceres familiares—, aumenta el estrés y la motivación interna decrece. Si esta última es suficientemente clara y fuerte, será más sencillo apegarse a ella como fuerza y conseguir la meta.
Antes de revisar la oferta académica, o aplicar para una beca, es fundamental preguntarse: ¿cuál es mi motivación personal?: ¿aspirar a un mejor salario?, ¿a un mejor puesto?, ¿convertirme en un profesor investigador?, ¿profundizar en mi área de expertise?, ¿prepararme por el placer que genera el conocimiento? Si ponemos las motivaciones en una hoja de ruta para planear nuestra carrera, es posible que demos el siguiente paso.
Mientras más clara esté la motivación más sencillo será apegarse a su fuerza para conseguir la meta y terminar
El cerebro, como todo el cuerpo, envejece con los años, pero sus habilidades cognitivas son fluidas. De acuerdo con un reporte de Joshua Hartshorne, publicado en Psychological Science (2015), entre los 18 y 25 años, el cerebro humano tiene mayor capacidad de procesar información y retenerla; a partir de los 40, las habilidades decaen en ciertas áreas, pero repuntan a los 50 en matemáticas y comprensión.
Si eres un recién egresado, tu cerebro está más que listo, pero, ¿qué hay de tus inteligencias múltiples y de tu experiencia de vida? Tal vez sea momento de considerar un curso de especialización, en México o en otro país, y con ello ampliar tu horizonte y pulir tus talentos. También podrías incorporarte al mundo laboral y explorar algunas áreas de tu interés un par de años después de graduarte. Con más experiencias personales y laborales, cursar un posgrado antes de cumplir treinta años puede ser una meta alcanzable y enriquecedora.
Y considerando que el cerebro tiene la capacidad de aprender, incluso si llegaste a los 40, o pasas de los 50, puede ser un momento ideal para un doctorado o para incursionar en otra área profesional con una maestría, pues a tu edad habrás acumulado conocimiento, experiencia, recursos y es probable que sepas mejor lo que quieres y lo que no. Volver al estudio traería aires frescos a tu consolidación.
Más allá de las capacidades cognitivas, lo ideal es trazar un plan, por lo menos un año antes de empezar a ejecutarlo, para que puedas organizar tu trabajo, tu familia —si la tienes— y tu tiempo libre. Seguir estudiando puede significar un nuevo giro de timón para tu ser profesional y personal.
Con más experiencias personales y laborales, cursar un posgrado antes de cumplir treinta años, puede ser una meta alcanzable y enriquecedora
Una de las posibilidades que nos ha traído el mundo digital es la de aprender una variedad de temas y ser autodidactas, sin importar la edad o la condición social. Antes de la emergencia sanitaria recientemente vivida por el COVID-19, la educación en línea era una plataforma opcional para quienes no tenían tiempo; hoy, en cambio, parece la opción más viable, al menos en el futuro cercano.
Sin embargo, hay que tener en consideración que, independientemente de la plataforma en la que se curse, un posgrado en una buena institución debe generar un ambiente favorable para el conocimiento compartido y preocuparse por mantener el equilibrio entre la teoría y la práctica, generalmente combinando lo mejor de los dos formatos de realización, el presencial y el virtual.
El prestigio y compromiso social de una buena universidad atrae a mejores estudiantes y profesores, lo que eleva el nivel de diálogo y discusión. Ahí radica la diferencia entre instituciones, pues eso es lo que enriquecerá tu proceso formativo. La premisa del conocimiento es generar nuevas preguntas para cuestionar lo que ya se sabe, y esa dinámica hace avanzar el conocimiento social y el personal y consolida a las profesiones. Parafraseando a Sócrates, cualquier persona puede llegar a la verdad cuando hace las preguntas correctas, así que, ¿por cuál te decidirías? ¿Posgrado tradicional o un curso on demand?
Si ya lo has estado meditando y siguen surgiendo en ti dudas e incertidumbre debido a tus propias capacidades, imagina que hacer un posgrado desbloqueará tus habilidades, como objetos o mundos ganados en un videojuego. El doctor Jordan Peterson, profesor titular de la Universidad de Toronto, en una entrevista con Joe Rogan, menciona que hay evidencia biológica que indica que si te expones a una nueva situación, nuevos genes codifican nuevas proteínas y construyen nuevas estructuras neuronales y del sistema nervioso, lo que permite responder y crear nuevas habilidades.
Así que, en estos tiempos marcados por la incertidumbre, el cambio constante presenta una oportunidad para innovar frente a los retos económicos y sociales. En ese sentido, mentes educadas e inquisitivas serán las que ahora mismo trabajen para encontrar soluciones a las problemáticas que enfrentamos, y las que, sin duda, nos sacarán adelante. Educarse es, sin lugar a dudas, la mejor arma para enfrentarse a los futuros que se están construyendo, distintos a los que habíamos planeado.
Hay mucho potencial en tu código genético que espera a ser liberado, y quizá empezar una maestría sea una puerta abierta para tu aprendizaje continuo y detonar un mundo nuevo en ti y en tu comunidad. ¿Estás listo para descubrirlo?
1.- Diagnóstico del Posgrado en México: nacional. - Marcial Bonilla
3.- Joe Rogan Experience #1208 Jordan Peterson. - PowerfulJRE