Aunque tiene treinta y un días, es difícil oponerse a la idea de que diciembre es el mes que más rápido se va. Pero, cuidado, que si no pones orden, estos días se pueden volver un caos.
Ninguna época del año está tan llena de actividades sociales como los últimos días del calendario: posadas, comidas, cenas, reuniones con amigos y con familiares, visitas entre parientes que se encuentran solo en estas fechas… independientemente del significado que cada quien le dé a la temporada de Navidad, según cómo entienda y viva la religión, estos suelen ser días en que nos encontramos con mucha gente y la agenda tiende a estar más llena que nunca.
A eso hay que sumar el hecho de que las escuelas y muchos centros de trabajo suspenden actividades unos días, propiciando, justamente, que la gente pueda viajar para encontrarse con seres queridos que viven lejos o, simplemente, para tomarse unas vacaciones e ir a un lugar especial a celebrar la Navidad y Año Nuevo.
Hasta aquí todo parece favorable y hasta divertido, pero todos sabemos que existe el otro lado de la moneda. Además de ser el mes que se va más rápido, diciembre también suele ser el mes en el que más gastamos. Por otro lado, darnos unos días para reunirnos con amigos y familiares implica tener que redoblar esfuerzos para sacar los asuntos pendientes antes de bajar la cortina y no subirla hasta enero.
En pocas palabras, diciembre es un mes en el que el tiempo para atender compromisos sociales, comprar regalos y cumplir con las exigencias del trabajo no parece ser suficiente. ¿Qué podemos hacer para que el estrés y las prisas de diciembre no nos quiten la calma, al grado de que la vida se nos vuelva un caos?
Estos suelen ser días en que nos encontramos con mucha gente, lo que significa que nuestra agenda tiende a estar más llena que nunca.
Así como toda organización debe establecer metas de desempeño mensuales y anuales, lo mejor para este fin de año es que tú también establezcas las propias para evitar, hasta donde sea posible, las prisas de diciembre.
Por supuesto que estas metas deben alinearse con las de la empresa, pero es muy importante que definas con precisión cuáles serán tus compromisos de aquí a que termine el 2022 o a que suspendas actividades por vacaciones por Navidad y año nuevo; y no solo eso, para mejores resultados, lo ideal es que los pongas por escrito. Aunque no lo creas, eso siempre da orden y una mejor perspectiva de las cosas.
Una vez que tengas por escrito tu lista de compromisos, asigna a cada actividad una fecha de cumplimiento que sea realista y ordénalas cronológicamente. Todo esto puede parecerte una obviedad pero no te imaginas lo útil que puede ser.
Algo muy importante es ser congruente con esas fechas realistas que estableciste. Esto significa que debes sentirte con la libertad –y el derecho, puesto que sería algo justo y sensato– de replantear tiempos de entrega con tu equipo, si estos no corresponden con tu planeación que acabas de hacer. Esto es clave para evitar dosis de estrés excesivas e innecesarias.
También podría ocurrir que, mientras ves a otros disfrutar de sus días libres hacia el final del año, tú debas permanecer trabajando por una u otra razón. ¿Cómo lidiar con eso si estás en esa situación?
De acuerdo con la psicóloga Laia Sabaté, directora de Psicolaiasabate, una de las cosas que peor nos hacen sentir es ir contracorriente. “Si podemos coincidir con los demás, siempre es mejor, sobre todo por compartir con esas personas y poder hacer planes o, simplemente, sentirnos rodeados. Pero si eso no es posible, hay otra forma de verlo y de tomarlo: desde el autocuidado”.
Según la especialista, lo mejor en ese tipo de casos es asimilar las cosas lo más pronto posible y dejar de resistirnos a aceptar lo que es, si no hay manera de incidir en ello. Una vez que asumimos lo necesario, y partimos de realidades, es que podemos sacar el mejor provecho posible a las fichas con las que nos haya tocado jugar.
Una vez que tengas por escrito tu lista de compromisos, asigna a cada actividad una fecha de cumplimiento que sea realista y ordénalas cronológicamente.
A diferencia de quienes prestan servicios profesionales para una organización, y están sujetos a los estatutos de la misma, aquellos que son dueños de un negocio, tienen, al menos en teoría, más libertad para decidir cómo administrar los tiempos en estas fechas… a menos, claro, que por su giro, dicho negocio esté sujeto a otras leyes: las del mercado.
Si eres dueño de un restaurante, por ejemplo, o de cualquier empresa cuyos productos o servicios tengan una demanda especial en estas fechas, ya sabrás cómo se ponen las prisas de diciembre. Son tiempos de vacas gordas, sin duda, pero, aunque parezca que en estos casos todo es viento a favor, también es de suma importancia administrar la bonanza y, sobre todo, cuidar que la situación no se salga de balance.
Incrementar las ventas siempre será un objetivo prioritario para cualquier empresa, pero es muy importante que esta búsqueda no nos lleve a perder la perspectiva. Dale siempre prioridad a tu salud y sé muy cuidadoso con tus relaciones afectivas, tanto con amistades como con la propia familia.
Nadie lo pone en duda: diciembre es un mes complicado, no solo porque el tiempo se va volando y siempre tenemos la sensación de que no alcanzaremos a cumplir con todos los asuntos pendientes. A eso se suma que nos podemos sobrepasar en gastos y que fácilmente puede haber un desborde de emociones.
Con todo y todo, esta época del año representa una gran oportunidad de encontrarnos con gente a la que queremos, y eso tendría que estar por encima de todo. Hacer conciencia de ello es el primer paso para lograrlo. Lo demás, solo es cuestión de poner en orden las prioridades y de que te organices para evitar las prisas de diciembre y darle a esta Navidad y fin de año el sentido correcto. En lo que a nosotros respecta, ¡te deseamos una muy feliz navidad y año nuevo!
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