De dos años a la fecha, hubo palabras y expresiones que se volvieron de uso común: vacunas, confinamiento, coronavirus y COVID-19, por supuesto. A ellas se suma una más reciente, que refiere a una nueva manera de vivir: “pospandemia”.
La pandemia por COVID-19 estaba apenas llegando a nuestro país, cuando el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), dijo: “La pandemia es un recordatorio de la íntima y delicada relación entre las personas y el planeta”. Esto fue durante la 73.ª Asamblea Mundial de la Salud, el 18 de mayo de 2020. Desde entonces, si no es que desde antes, se han puesto los puntos sobre las íes: si cambiar la manera en que nos relacionamos con nuestro entorno alcanzaba ya el calificativo de urgente, esta situación se vuelve cada día más imperiosa.
La crisis sanitaria que sacudió al mundo desde los primeros meses del 2020, y que ahora ha derivado en una desafiante situación económica y social, guarda mucha relación con cómo estamos habitando el planeta, con la forma en que se llevan a cabo nuestros sistemas de producción y con el descuido con que hemos utilizado los recursos naturales –muchos de ellos no renovables.
Según estimaciones de la OMS, cada año, la contaminación mata a aproximadamente 7 millones de personas en el mundo por complicaciones cardiovasculares, enfermedades pulmonares obstructivas, infecciones respiratorias, cáncer de pulmón o infarto cerebral. Desde hace varios años, un sinnúmero de especialistas nos ha advertido sobre el peligro que representa el daño que han venido sufriendo los ecosistemas naturales para el bienestar del planeta.
La COVID-19 es una enfermedad zoonótica, es decir, susceptible a transmitirse de animales a seres humanos y viceversa. Esto significa que, si no mejoramos nuestra relación con los entornos naturales, seguiremos siendo atacados por virus provenientes de animales. Nadie desea que la situación se siga agravando tal como se ha registrado en los últimos años; el problema es que estamos haciendo muy poco al respecto.
“La pandemia [por COVID-19] es un recordatorio de la íntima y delicada relación entre las personas y el planeta”. -Tedros Adhanom Ghebreyesus
Cuando, en las actividades productivas en las que estamos enfocados, obtenemos resultados óptimos empleando la menor cantidad posible de recursos, cumplimos con un concepto conocido como “eficiencia energética”. De esta manera, reducimos la emisión de gases de efecto invernadero, lo que genera un menor impacto ambiental y favorece el bienestar del planeta.
Aunado a lo anterior, un dato contundente: en los últimos dos siglos, la población mundial ha pasado de los 1,000 millones de habitantes que había en el año 1800, a más de 6,000 millones en el año 2000. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el último registro señala que ya somos 8,000 millones de personas.
Para Simon Ross, jefe ejecutivo de Population Matters, una ONG enfocada en el crecimiento de la población y la sostenibilidad ambiental, una medida importante en el cuidado del medio ambiente es el control de la natalidad. Esto tiene obvias implicaciones en el consumo de electricidad y de recursos naturales –como el agua–, así como en la generación de desperdicios, lo que favorece la salud de los ecosistemas que habitamos y de los cuales depende nuestra existencia.
Situaciones como la que experimentamos con la pandemia no pueden ir y venir sin provocar un impacto específico. En este caso concreto, es fácil advertir cambios en nuestra manera de entender la higiene, la alimentación y, en general, todo lo que encuentre una relación con la salud. Hoy somos más conscientes de nuestra vulnerabilidad, no solo como individuos, sino como comunidad, y esto nos lleva a resignificar las relaciones con nosotros mismos, con los demás y con nuestro entorno.
Parafraseando a Tedros Adhanom, la pandemia vino a recordarnos lo riesgoso de no tener una sana relación con el planeta. Acorde con ello, podríamos ver un despunte en carreras con enfoques en el cuidado ambiental: Biología, Producción Sustentable, Ingeniería Agrícola, Biotecnología, Recursos Hídricos, Ingeniería Ambiental… o bien, carreras relacionadas con la salud física o mental, como Medicina, Psiquiatría o Psicología.
También al interior de las organizaciones se ha visto un mayor esmero en implementar medidas de cuidado ambiental a partir de la pandemia, muchas de ellas tan simples como ahorrar agua y energía, utilizar materiales reciclables y buscar formas de disminuir emisiones de CO2; algunas empresas, incluso, invierten en investigación para encontrar sistemas y materiales que les permitan tener prácticas sostenibles.
“El último registro [poblacional] señala que ya somos 8,000 millones de personas”.
En este contexto, surgió la idea de que la Feria Internacional del Libro de Monterrey 2022, que se llevó a cabo del 8 al 16 de octubre, tuviera tres ejes temáticos: migración, pospandemia y narrativas del nuevo mundo. Dos de ellos, llaman particularmente la atención: pospandemia y narrativas del nuevo mundo: por un lado, ¿qué es eso a lo que algunos llaman “pospandemia”? ¿O “nuevo mundo”? ¿Será que esos dos años de crisis dieron origen a un mundo que además cuenta con narrativas propias?
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) revelan que, entre 2016 y 2021, México registró un aumento significativo de su población lectora: del 6.8% que corresponde a la lectura de libros digitales, por ejemplo, pasó a 21.5%; en lo que se refiere a revistas, el aumento fue 2.6% a 21.6%, y en periódicos digitales el salto fue de 5.6% a 21.3%.
Pero, la pandemia y el encierro no solo propiciaron el aumento de la actividad lectora, también detonaron algunas tendencias interesantes sobre la experiencia literaria. Algunas de ellas son expuestas en un artículo de Winston Manrique Sabogal, publicado en la revista digital WMagazín:
Proliferaron las plataformas y sistemas de venta de libros a domicilio y online.
Varios autores empezaron a dar voz a sus propias obras, en formato de audiolibro.
Se dio un auge de las novelas cortas como género.
En cuanto a temáticas, se advierten dos, principalmente:
Análisis y reflexiones sobre la pandemia, desde diferentes puntos de vista.
Textos en los que el escritor narra la relación con sus padres y, en general, sus relaciones intrafamiliares.
Bien dicen que las historias son producto de su época. Por eso se entiende ahora el auge de estos temas, que reflejan la inquietud por desentrañar una situación tan atípica e impactante, y por dar cuenta de lo que significó estrechar relaciones entre los miembros de la familia una vez reducidas las distancias con el confinamiento.
Por eso, también hoy hablamos de algo llamado “pospandemia”, un nuevo orden mundial que cuenta con sus propias dinámicas y narrativas. Dan cuenta de ello los libros, pero también las películas y otros tantos medios difusores de historias: las historias de nuestro tiempo.
FUENTES
1. Cuidar al ser humano y cuidar la Tierra, un desafío en tiempos de pandemia - Lizet Veliz-Rojas
2. Manifiesto de la OMS a favor de una recuperación saludable de la COVID-19 - OMS
3. Regreso de la Feria Internacional del Libro. - Punto MX