Los seres humanos tenemos una capacidad de conexión única y profundamente valiosa. Al apoyarnos en la generosidad para crecer en conjunto,, aprovechamos un don que nos permite trascender y enriquecernos de formas inimaginables.
La generosidad, ese acto que solemos asociar con la idea de dar sin esperar algo a cambio, es una de las maneras más gratificantes de vincularnos con otras personas. Ya lo decía Aristóteles, Ética Nicomáquea, frg. 1119b25: «De todas las variedades de virtud, la generosidad es la más estimada». ¿Por qué? Porque tanto al dar como al recibir creamos círculos virtuosos que nos fortalecen. No importa si se trata de algo tan sencillo como una sonrisa: la generosidad tiene el incomparable poder de transformar vidas. En este artículo exploramos algunos de sus beneficios.
La palabra generosidad encuentra su raíz en el latín generosĭtas y se compone por el lexema genus, del indoeuropeo *gen-, «dar a luz, parir, engendrar», así como por los sufijos -oso y -dad, que indican abundancia y cualidad, de manera respectiva. Con base en esta estructura, una persona generosa podría ser parcialmente definida como alguien con la cualidad de generar abundancia en algún sentido.
Hasta el siglo XVIII, el concepto generosidad se asociaba con la nobleza, a quienes se consideraba de “buena raza” o de “buen origen o gen”. Sin embargo, a partir el siglo XVII, se le comenzó a dotar del sentido que ahora conocemos, más bien relacionado con la inclinación hacia la bondad y el acto de compartir.
Por su acepción, el término nos ha llevado a asociarlo con conceptos tales como altruismo, caridad y filantropía. Esta relación conceptual nos permite alcanzar una definición más completa: la generosidad es una virtud caracterizada por la intención de compartir algo por encima del interés personal o de cualquier utilidad. Una persona generosa es aquella que tiene el hábito de realizar cualquier tipo de contribución por el simple deseo generar o sumar al bienestar de las y los demás.
Estas contribuciones no se limitan a lo material, por supuesto. Todo lo contrario, un acto generoso puede consistir en compartir nuestro tiempo, nuestra atención o nuestro apoyo emocional con quien lo necesite. Tal como planteó el filósofo francés Jean de La Bruyère: «La generosidad no consiste en dar mucho, sino en dar a tiempo». Ayudar a una persona a cruzar la calle, donar sangre o colaborar con asociaciones civiles son solo algunos ejemplos de esto.
“De todas las variedades de virtud, la generosidad es la más estimada”. -Aristóteles
Algunos estudios científicos indican el impacto positivo que produce la generosidad. En El vínculo neurológico entre la generosidad y la felicidad, expertas y expertos en psicología y neurociencia de la Universidad de Lübeck, Alemania, encontraron que realizar un acto generoso —en este caso, dar un regalo a otra persona— activa las áreas cerebrales asociadas con la felicidad. Al mismo tiempo, se observó que estos actos aumentan la probabilidad de que una persona sea más generosa al realizar otras actividades, y que no importa la magnitud de la acción generosa, pues el nivel de felicidad que se alcanza es similar.
De acuerdo con una investigación de la Universidad de Michigan, las personas que ayudan a otras tienden a vivir más, en comparación con aquellas que no realizan ningún tipo de voluntariado. Esta longevidad se explica por la mejora del autoestima y la reducción de los niveles de estrés que conllevan las actividades altruistas.
Sara Konrath, psicóloga social y autora principal de este estudio, destacó que quienes experimentan preocupación por otras personas activan un sistema de pensamientos, emociones y circuitos, tanto neurológicos como psicofisiológicos, que ayudan a reducir el estrés y a segregar sustancias como la oxitocina, la “hormona del amor”. «Básicamente se amortigua el estrés de la persona y se promueve su bienestar», sostiene Konrath en el Estudio sobre la generosidad, pp. 24-25.
Guiarnos por medio de la generosidad nos acerca de forma significativa a quienes conforman nuestro entorno más próximo. Esto nos da la oportunidad de ayudarnos al ayudar a las y los demás, lo que se traduce en un mayor sentido de trascendencia para una vida más satisfactoria.
"Una persona generosa es aquella que tiene el hábito de realizar cualquier tipo de aportación por el simple deseo de contribuir al bienestar de las y los demás".
La misión del Tecnológico de Monterrey de ofrecer una educación que transforme vidas está apuntalada en su compromiso por construir un mundo mejor. Parte de este esfuerzo involucra crear espacios a través de los cuales sea posible inculcar un espíritu de generosidad
Tal es el caso del Blog de Generosidad, una plataforma única en la que encontrarás recursos que te inspirarán a crecer: desde historias que fomentan una cultura de generosidad, hasta ideas prácticas para potenciar tu conexión con tu comunidad. En Blog Generosidad, tendrás acceso a una gran variedad de artículos con lo que necesitas para hacer de la generosidad una parte esencial de tu vida diaria.
"Ayudarnos al ayudar a otros [...] se traduce en un mayor sentido de trascendencia para una vida más satisfactoria."
La generosidad, en cualquiera de sus formas, es una fuerza transformadora capaz de elevarnos, tanto como individuos, como sociedades. Al adoptarla como una ética o forma de vida, abrazamos la posibilidad de un mundo más próspero, un mundo de conexiones humanas y bienestar compartido.
Descubre las diversas formas de vivir tu generosidad. Crezcamos con esta virtud como brújula, y sembremos hoy las semillas generosas que serán los frutos de un mañana más armónico para todas y todos.
Diferencias entre generosidad y solidaridad - Generosidad Tec
A neural link between generosity and happiness - Nature
Razones por las cuales voluntarios ayudan, impactan su salud - University of Michigan
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